martes, 14 de octubre de 2008

Las torres del Bayo, dejadas de la mano de Dios






La entrada de hoy va a estar dedicada a un lugar sumamente interesante y, sin embargo, casi completamente desconocido, hasta para los propios habitantes de las Cinco Villas, a pesar de ser un lugar de altísima importancia cultural e histórica en nuestra comarca. Se trata de las llamadas Torres del Bayo, o Torres d'o Bayo en nuestra lengua aragonesa, en un esbozo que he redactado para la Biquipedia aragonesa y que constituye una de las escasísimas referencias que del lugar se pueden encontrar por Internet.

Hay pocos datos sobre el lugar, y menos todavía que puedan ser utilizados como referencia para un texto enciclopédico, aunque poco a poco intentaré detallar y documentar los datos que conozco sobre el lugar.

Aunque Agustín Ubieto afirme, tal como recojo en la Biquipedia en aragonés, que la primera cita del lugar corresponde al año 1158, la primera construcción es anterior, del reinado de Ramiro II de Aragón, hacia 1140-1150, y su costrucción estaba orientada a la protección de las tierras de la Bardena aragonesa ante las constantes incursiones de nuestros vecinos navarros, además de a proteger las vías de acceso hacia las medias y altas Cinco Villas desde el sur, por la ruta que procede de Tudela. La propia historia del lugar nos explica que cumplió a la perfección con el objetivo propuesto, permitiendo durante 250 años la consolidación de las Cinco Villas como parte del reino de Aragón.

Pero vayamos por partes. Lo primero es indicar cómo llegar al lugar, una tarea casi imposible. Desde las modernas carreteras que recorren la comarca, el lugar es invisible, salvo que pongamos mucha atención. A pesar de hallarse en lo alto de un altozano, con un espléndido cortado que imposibilita el acceso desde el sur, sólo es visible precisamente viniendo desde el sur, desde Tudela, a través de las Bardenas. Para llegar, se debe uno adentrar por las estrechas carreteras que recorren los pueblos de colonización de las Bardenas, hasta tomar la carretera que va desde Santa Anastasia o la que va desde Bardena en dirección al moderno lugar de colonización que usurpó su nombre: El Bayo. Cerca del Bayo, a 2 o 3 km, uno debe adentrarse al azar hacia la izquierda por los campos de arroz, dando vueltas por los caminos sin asfaltar, hasta encontrarse por casualidad con que encuentra lo que busca, ya que no hay ningún tipo de señalización. A mí me costó más de una hora de dar vueltas y más vueltas... Pero de verdad, el camino vale la pena.

Lo que encontraremos hoy en pie son dos torres circulares, de la buena piedra arenisca de nuestras tierras, hermana pues de las piedras románicas de Biota, de Uncastillo, de Santa Quiteria, de Luesia o de Ejea. Y, como no podía ser menos, de puro estilo románico. Las torres se hallan a occidente del cabezo, acompañadas de los restos de una impresionante iglesia de gran tamaño, en estilo gótico primitivo, de la que sólo queda en pie el ábside, así como parte de los muros laterales, incluyendo una vasta bóveda que hoy utilizan como refugio los animales salvajes y que sin duda durante siglos fue refugio de pastores y de los bandoleros que recorrían la Bardena, como el famoso Sanchico Rota (famoso en nuestras tierras, que fuera nadie lo conoce, como siempre nos suele suceder).

Unos metros más hacia el este, en otro cabezo adyacente, se encuentra otra impresionante iglesia fortificada, a la que las fuentes denominan castillo. Mucho cuidado al visitar esta segunda, ya que el suelo está hueco debajo de buena parte del cabezo, como lo demuestra un gran agujero en el centro, que entre zarzas deja ver la bóveda que esconde.

En resumidas cuentas, junto a las dos torres lo que estamos contemplando son los restos de un monasterio cisterciense, sin que quede rastro apreciable de la localidad que creció en el lugar. Pero en 1380, los cistercienses decidieron que les convenía más entregarse a los navarros, así que conspiraron para ello, con lo que Pedro IV de Aragón ordenó que el castillo fuese arrasado. Con ello se marcó el fin del poblado existente a sus pies, del que hoy no quedan restos.

Como pertenecía a los condes de Aranda, que eran además señores de Biota, el lugar perteneció, como las tierras que lo rodean, a dicho conde, hasta que en los años 60 del pasado siglo se construyó el embalse de Yesa y el canal de las Bardenas. Aunque también hay que recordar que parte de las iglesias fueron demolidas a fines del XIX para levantar una presa en el cercano río Riguel.

¿Para cuándo se va a señalizar el acceso al lugar y se van a restaurar y consolidar los restos existentes?. ¿Habrá que esperar a que desaparezca?. Basta con ver las imágenes que acompaño para ver lo que estamos dejando perder, abandonándolo a palomas y cigüeñas, las únicas que hoy en día lo visitan y utilizan...

Como casi siempre, las imágenes son mías.