lunes, 7 de julio de 2008

Abadía de Sainte Foy de Conques




La entrada de hoy va a estar dedicada a una iglesia que para mí es una de las maravillas del románico en Francia, y que tuve el placer de visitar hace algunos años aunque por desgracia carezco de imágenes propias. Se trata de la iglesia de Sainte Foy (o de Santa Fe), situada en Conques (Concas en occitano), en el departamento del Aveyron, en Francia. El artículo que queda enlazado en la Wikipedia en castellano es una de mis más antiguas contribuciones allí, por lo que ruego indulgencia por los errores que sin duda contiene.

La obra, iniciada a mediados del siglo XI a impulso del abad Odolrico, corresponde al románico inicial, al menos en sus primeras fases, aunque puesto que la iglesia no se dio por concluida hasta avanzado el siglo XII y ha sufrido modificaciones y añadidos posteriores parte de sus elementos no se corresponden al románico, como por ejemplo las torres de la fachada, que fueron eregidas en el siglo XIX.

La iglesia no sólo destaca por su belleza, especialmente en lo que respecta al magnífico tímpano del Juicio Final, al que pienso dedicar una entrada específica. Otra de sus características es que sirvió como modelo para muchas iglesias de toda la región de Auvernia. Y no sólo es, sino que su propia ubicación en pleno Camino de Santiago ha hecho que su influencia haya llegado tan lejos como a la propia sede compostelana. Por otra parte, cabe recordar que el Aveyron fue una de las partes de Avernia de las que procedía buena parte de la inmigración occitana de la que ya hemos hablado en otras entradas del blog, por lo que su influencia en tierras aragonesas fue igualmente destacada, especialmente a través de la basílica de San Cernín, en Tolosa.

Os dejo pues leer con tranquilidad la entrada en Wikipedia, aunque necesitaría de un buen repaso...

Las imágenes corresponen a Commons. La primera, cuyos créditos se hallan aquí, es una vista de la fachada principal, en la que aparecen las torres del siglo XIX que antes comentaba. La segunda, cuyos créditos pueden consultarse aquí, ofrece por el contrario una magnífica perspectiva del ábside principal y de los absidiolos secundarios, así como de las cubiertas de los mismos.

Alastuey, en Bailo, comarca de la Jacetania






La entrada de hoy va a estar dedicada a uno de los muchos lugares existentes en la Jacetania, el lugar de Alastuey, en el municipio de Bailo.

Visité el lugar hará un par de años, para recoger fotografías del lugar para una de las primeras personas con quienes contacté en el mundo de la Genealogía, Karina Jara Alastuey, la webmaster de la página de Los Alastuey, con quien posteriormente he llegado a la conclusión de que somos familia, precisamente por su apellido Alastuey. A ella está dedicada esta entrada, esperando que le guste.

Fue una visita un poco rápida, ya que detrás mío avanzaba una tormenta que me había echado de los valles del Pirineo, así que desgraciadamente pude destinar poco rato a la visita, aunque pude hacer un buen puñado de fotografías y espero volver en próximos viajes. Cuando visité el lugar ya sabía que uno de mis apellidos es el apellido Alastuey, por mi quinta abuela Bárbara Cuiral Alastuey, natural de Luesia, que es nieta o bisnieta (me falta completar esa rama) de un Lamberto Alastuey natural de Longás y miembro de la Cofradía de Nobles de San Lamberto de Luesia, relacionado en el Padrón de Infanzones de Luesia de 1757. Pero del apellido Alastuey, de su historia y ramificaciones en las Cinco Villas y de los sucesos acontecidos a sus portadores hablaremos otro día con más detenimiento, que hay mucho que contar.

Como acabo de crear el artículo Alastuei (pues ese es el topónimo en aragonés) en la Biquipedia aragonesa, tengo frescos los datos generales, aunque deberé en el futuro completar aún más los datos de la localidad y subir fotografías.

Para llegar, hay dos opciones: bien desde la carretera de Puente la Reina a Jaca, tomando un desvío a la derecha, pasando por la abandonada pardina de Lardiés, bien desde Bailo, cerca el Puerto de Santa Bárbara, pasando por Arbués (conocido sobre todo por el inquisidor Pedro de Arbués, aunque era de Épila).

El lugar se encuentra sobre un pequeño altozano o pueyo (un día habrá que explicar los motivos de la ubicación de los pueblos), formando un núcleo compacto de viviendas, con algunos edificios notables, entre los que destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, en la parte baja del pueblo, con un pequeño cementerio adosado, como es frecuente en la Jacetania. La iglesia es de planta románica, de postrimerías del siglo XII o de principios del XIII, aunque como suele ser habitual fue ampliamente reformada en el siglo XVII, momento en que se añadió al templo una segunda nave y se sustituyó la antigua cubierta de madera por una de lascas de piedra, algo muy habitual al norte de la sierra de Santo Domingo.

De la historia del lugar conocemos pocos datos. Sí sabemos que ya existía en el año 987, momento en que el monasterio de San Juan de la Peña manipuló documentos para intentar apropiarse del lugar, que era de realengo, y lo siguió siendo hasta 1428, momento e que el rey Alfonso V de Aragón efectuó la cesión del lugar al cenobio pinatense, al que perteneció hasta la misma desamortización de Mendizábal, en 1835. Posteriormente fue la capital de un municipio conjunto con Arbué, hasta los años 60 del siglo XIX, en que Arbués se hizo con la capitalidad del término, para integrarse después en el término de Bailo. Puesto que una de mis adquisiciones en anteriores viajes fue un libro acerca de la Historia de Bailo, que aún no he podido leer, espero poder amplia convenientemente estos sucintos datos.

De momento, pues, nos conformaremos con este breve esbozo...

Las imágenes forman parte de mi colección privada. La primera muestra el interior del pueblo, con el arco cubierto que hay a la izquierda que nos lleva hacia la iglesia, y con la tormenta, mi perseguidora, al fondo (por cierto, me atrapó en Bagüés, impidiéndome tomar fotos de sus iglesias románicas en ese viaje). La segunda es una vista de la fachada sur, con la puerta de acceso a la iglesia en forma de saledizo cubierto, y la tercera nos muestra el ábside de la primitiva iglesia románica, con su característico ajedrezado jaqués recorriendo la parte superior.

miércoles, 2 de julio de 2008

Uncastillo: Ermita de Santa Quiteria, junto al castillo de Sibirana





La entrada de hoy va a estar dedicada una vez más a Uncastillo, a la ermita de Santa Quiteria, de la que hablaba en mi entrada del pasado mes de mayo dedicada al castillo de Sibirana. En esa misma entrada prometía hablar de la sobria ermita de Santa Quiteria, situada a unos cincuenta metros del castillo, y de su estado, como aprecié en mi visita de septiembre de 2007.

Pero esta no va a ser una entrada laudatoria para Uncastillo, como pronto vais a comprobar. En efecto, en septiembre sentí una profunda pena por la situación de la ermita, pero durante la semana pasada la pena se convirtió en rabia contra todos los que han permitido que se llegase a esta situación.

Sibirana, su castillo, su ermita y el despoblado existente a los pies del conjunto son lugares para mí de muy alto interés, ya que en esa zona se hallaban parte de las tierras de mi familia de Luesia. Dispongo de una fotografía de los años veinte o principios de los treinta del siglo XX de mi bisabuelo tomada precisamente con las inconfundibles torres del castillo al fondo, en una de sus habituales cacerías, ya que la afición por la caza ha sido una constante en la rama familiar de mi abuela. Y tratándose de uno de los primeros centros fortificados cristianos en la cuenca del Arba, de la que procede una buena parte de mis antepasados, cabe suponer que no es imposible que alguno de ellos residiese en el castillo o en el pueblo, se refugiase en las torres de Sibirana en momentos de peligro o al menos orase en la ermita en más de una ocasión.

Por otra parte, Uncastillo ha hecho del arte románico una de sus señas de identidad propias, hasta el punto de que un pequeño pueblo de menos de mil habitantes ha sido capaz de crear una Fundación, la Fundación Uncastillo - Centro del Románico, dedicada entre otras cosas a la preservación del patrimonio cultural uncastillense.

Estando así las cosas, uno no comprende que se haya permitido el hundimiento de la cubierta de la ermita y el estado de abandono total en que se encuentra, por mucho que sea de propiedad privada. Es obligación ética y moral de la Fundación, del Ayuntamiento de Cultura y del Gobierno de Aragón tomar las medidas oportunas, instando si es necesario la expropiación de la ermita y del castillo para garantizar su conservación. Y desde este blog nos pondremos en contacto con la Fundación para transmitir esa misma idea.

Mientras tanto, las tres fotografías que acompañan a esta entrada en el blog nos dejan ver claramente el triste estado del templo, uno de los más antiguos del románico en las Cinco Villas, como seguidamente veremos.

Por lo que respecta a la ermita, según García Omedes corresponde al siglo XII, aunque uno modestamente piensa que el edificio es anterior, remontándose posiblemente a principios del siglo XI o incluso a finales del siglo X. Cuando menos, el castillo de Sibirana está ya documentado a finales del siglo X, aunque erróneamente Agustín Ubieto, en su Toponimia aragonesa medieval, afirme que la primera cita corresponde al año 1073, según recoge de la obra de Dámaso Sangorrín Libro de la Cadena del Concejo de Jaca, artículo publicado en 1931 en la Colección de Documentos para el Estudio de la Historia de Aragón. Así, en el mapa existente en la página 319 de la obra de Luis Javier Fortún Leire, un señorío monástico en Navarra (siglos IX-XIX) se reproduce un mapa de la zona correspondiente a 1024, en la que el monasterio de Leire poseía las villas de Undués (ni el de Lerda ni Undués-Pintano en Los Pintanos, sino un tercer Undués hoy desaparecido en la zona de la iglesia de San Adrián de Vadoluengo, hoy en término de Sangüesa), Serramiana (algo más al este, aguas arriba del río Onsella), Navardún y Oyarda (hoy desaparecido, muy cerca de Navardún), aparecen presentes los lugares de Sos, Cercastiel (hoy desaparecido, cerca del límite con Petilla), Petilla, Lobera, Lucientes (solar de una rama familiar de don Francisco de Goya y Lucientes, hoy despoblado en término de Longás), Longás, Sibrana, Uncastillo, Luesia, Asín, Eliso (hoy desaparecido, cerca del también desaparecido monasterio de San Esteban de Orastre en la ladera sur de la sierra de Santo Domingo), Biel, Orrios (un despoblado algo al sur de Fuencalderas), Agüero, Tolosana (otro despoblado en Murillo de Gállego) y el propio Murillo. En la página 322 de la misma obra se indica cómo en el 891 el castillo de Sibirana fue conquistado por los Banu Qasi, y en la página 323 se indica que el monasterio de Leire percibía en el siglo XI las rentas episcopales de Sibirana (y las de Cercastiel, Lobera, Longás, Lucientes, Petilla y Sos), además de las rentas de las villas que poseía en la bal d'Onsella. En la página 325 se habla de cómo en 1024 el monasterio percibía las tercias episcopales de 20 lugares en las Cinco Villas, entre ellos Sibirana. En las páginas 472 y 477 se indica cómo en 1197 Leire llevaba quince años sin percibir las rentas debidas de Sibirana, además de las del hoy despoblado de Javier (no confundir con Javier, en Navarra) junto al castillo de Royta, cercano a Sibirana.

Por otra parte, cabe destacar que Sibirana formó parte de la dote de Felicia de Roucy en 1170, a su boda con el rey Sancho I de Aragón.

Podemos ver que es un edificio extremadamente sencillo, de una única nave, que estuvo siempre dotado de cubiertas de madera, con un único ábside exento de decoración externa y dotado de una ventana-aspillera. La portada, también muy sencilla, contiene como elementos destacados un crismón sostenido por dos columnas dotadas de capiteles sin excesivos lujos decorativos, encalados. Una espesa zarza que crece en la misma puerta me impidió contemplar el sillar escrito de que habla García Omedes, que cifra en los años 1112-1146 y considera una posible transcripción del acta fundacional de la capilla.

En el interior, como se aprecia en la tercera fotografía, podemos contemplar un magnífico ejemplo de ajedrezado jaqués, uno de los ejemplos interiores más representativos en nuestra comarca, en la que este elemento decorativo alcanza su mayor esplendor, aunque todo el mundo lo relacione casi exclusivamente con la ciudad de Jaca.

En realidad, no era pues sino una sencilla capilla perteneciente al castillo, aunque sin duda en momentos posteriores atendió las necesidades espirituales de la pequeña aldea ubicada a los pies del castillo, pasando así a ejercer funciones de iglesia parroquial. En atención a su importancia histórica y no sólo artística, es imprescindible tomar las medidas necesarias para garantizar su conservación.

Las tres imágenes que acompañan el texto forman parte de mi colección particular. Las dos primeras corresponden a septiembre de 2007, mientras que la tercera es mucho más reciente, de la semana pasada.